viernes, 24 de junio de 2016

Técnicas de afrontamiento positivo II

¿Cómo influyen las emociones al estudiar y al aprender?

Seguramente habréis escuchado ya alguna vez el término “Inteligencia emocional”, u os sonará de algo, pero por si acaso os lo explico. La inteligencia emocional, según Mayer y Salovey en 1997, es “la habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud, la habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento: la habilidad para comprender las emociones y el conocimiento emocional y la habilidad para regular las emociones promoviendo un crecimiento emocional e intelectual”  (Fernández-Berrocal y Ruíz, 2008). Es decir, consiste en percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y las de los demás, para crecer tanto personalmente como cognitivamente. ¿Pero por qué se ha puesto de moda últimamente? Pues porque en el siglo pasado se pensaba que la persona que tenía un coeficiente intelectual (IQ) alto, era una persona inteligente o lista y tendría que tener éxito por fuerza. Sin embargo, se ha observado que no siempre un IQ alto es sinónimo de éxito en la vida y que las emociones juegan un papel muy importante en la estabilidad y el éxito que una persona pueda lograr. Por este motivo, cada vez son más los seguidores de dicha corriente y cada vez son más los educadores convencidos de la necesidad de introducirlo en las aulas.

Bueno después de todo “este rollo”, os preguntaréis ¿por qué hablar hoy de inteligencia emocional? Pues la respuesta es muy fácil. Las emociones también influyen en el aprendizaje y en el estudio. No caigáis en el error de pensar que existen emociones buenas y emociones malas para el estudio, como por ejemplo, el optimismo.  Es verdad que ser optimista puede ayudar a afrontar el estudio y el trabajo de forma positiva, sin embargo, un exceso del mismo te podría llevar a una sobreestimación sobre tu propia capacidad, lo que podría hacer que pienses que estás preparado para el examen antes de tiempo y, a la hora de la verdad, ¡descubrir que no era así!. Por lo tanto, todas y cada una de las emociones nos puede ayudar en cierto grado a conseguir nuestro objetivo. Por ejemplo, un cierto grado de estrés o ansiedad nos ayuda a preparar la acción.
Lo que, sin dudas, es un elemento positivo a la hora de estudiar es el equilibrio emocional. Presentar un estado de serenidad que nos permite evaluar con eficacia cada estado anímico que vivimos. Habrá que distinguir el optimismo correcto del que puede estar fuera de lugar, la ansiedad que nos prepara para la acción de aquella que nos “bloquea”, o el miedo que nos deprime y anula del miedo que nos señala inseguridades y peligros (temas que no controlamos del todo, alguna parte que tenemos que repasar, dudas que hay que preguntar).
Ya os seguiré hablando sobre inteligencia emocional porque:


 Un cordial saludo y que tengáis ¡buen fin de semana y buen inicio de las vacaciones!

Esther Sastre


Bibliografía:
Fernández-Berrocal y Ruíz, 2008. La inteligencia emocional en la educación. Revista Electrónica de Investigación Psicoeducativa. 15, Vol. 6 (2), 421-436. Recuperado de: http://www.investigacion-psicopedagogica.org/revista/articulos/15/espannol/Art_15_256.pdf

M.M. UNED Barbastros (7 de Febrero de 2012). ¿Cómo influyen las emociones en el estudio y en el aprendizaje? [Mensaje en un blogs]. Recuperado de: http://www.unedbarbastro.es/Default.aspx?id_servicio=109&id=34084&idherr=2&visor=1

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